Eugenie Clark, desvelando los secretos del mar
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Este verano se han cumplido 50 años del estreno de “Jaws” (1975), traducida como “Tiburón” al español. Esta emblemática película de Steven Spielberg sembró el terror de todos los espectadores hacia los tiburones. ¿Quién no recuerda su banda sonora anticipando el acercamiento del depredador? Chan, chan, chan, chan, chan… Precisamente esas son las imágenes que nos vienen a la mente cuando pensamos en estos escualos.
Hoy vamos a hablar de la ictióloga Eugenie Clark. ¿Ictióloga? Os preguntaréis qué es la ictiología. Pues bien, se trata de la rama de la zoología que se encarga del estudio de los peces. Esto incluye su anatomía, comportamiento, evolución, ecología y clasificación. Mientras la película “Tiburón” mostraba una imagen aterradora y sensacionalista de estos peces, Clark dedicó décadas a intentar desmontar esos prejuicios y a promover un mensaje basado en la evidencia científica y el respeto. Conocida como la dama de los tiburones (Shark Lady), Clark rompió moldes y abrió nuevas ventanas para entender a estos animales, tan temidos como incomprendidos.
Eugenie nació en Nueva York en 1922. Su madre, Yumico, era de ascendencia japonesa y su padre, que falleció cuando ella tenía 2 años, era estadounidense. Su madre volvió a casarse poco después con un empresario nipón.
Su interés por el océano y sus habitantes comenzó a una edad muy temprana. Cuando tenía 9 años su madre y su padrastro solían llevarla al acuario de Nueva York y, como quedó entusiasmada por los peces, desde ese momento comenzó una colección de peces, anfibios y reptiles en su propio hogar.
Eugenie obtuvo su título universitario en el Hunter College con un posgrado en zoología con especialización en ictiología. Fue por entonces cuando Clark se casó con un piloto, Jideo Umaki. Este matrimonio duró 7 años. Se trasladó a Nueva York para continuar con sus estudios, obtuvo un máster en 1946 y finalizó su doctorado sobre la reproducción de las especies de peces cola de espada en 1950.
Durante sus años de doctorado Clark realizó investigaciones para varias instituciones relacionadas con la biología marina: el Instituto Scripps de Oceanografía, el Museo Americano de Historia Natural o el Laboratorio Marino Woods Hole de Massachusetts. El año antes de convertirse en doctora, gracias a la Oficina de Investigación Naval del gobierno de los EEUU, pudo llevar a cabo investigaciones en la Micronesia. Estuvo estudiando poblaciones de peces en Guam, Islas Marshall, Islas Palau, Islas Marianas e Islas Carolinas. Como resultado de este trabajo se publicó su primer libro “Lady with a Spear” en 1953. Este libro se tradujo a varios idiomas y vendió numerosas ediciones.
Tras el doctorado Eugenie recibió una beca del programa Fulbright para continuar investigando en el Marine Biological Station de Hurgada en el Mar Rojo de Egipto. Aquí Clark se volvió a casar con un médico griego y tuvo cuatro hijos.
Aunque Eugenie estudiaba gran variedad de peces poco a poco fue interesándose cada vez más por los tiburones, nadó con ellos por más de 40 años.

Clark fundó en 1955 el antiguo Cape Haze Marine Laboratory en Sarasota, el cual dirigió hasta 1967. En 1968 se unió a la facultad de La Universidad de Maryland manteniendo los títulos de Investigadora Científica Senior y profesora emérita de Zoología hasta su muerte.
Publicó su segundo libro en 1969: “The lady and the Sharks”, contando sus experiencias con los tiburones en el océano. Éste obtuvo más éxito que el primero e hizo que a Eugenie se la conociese a partir de entonces con el seudónimo de “la dama de los tiburones”.
En la década de los 70 Clark descubrió que el pez Pardachirus marmoratus secreta un líquido lechoso que sirve para repeler a los tiburones. Hizo pruebas con este líquido en el mar y también comprobó que los tiburones se negaban a comer dicho pez cuando se les ofrecía como carnaza.
Eugenie era una gran divulgadora, lo consideraba una parte muy importante de su carrera. Como ya he mencionado escribió varios libros, más de 170 artículos de investigación, dio conferencias y participó en numerosos programas de televisión. Más de una vez en entrevistas le preguntaron si había tenido un percance con un tiburón en alguna ocasión; y, para responder a esto, ella tenía una anécdota curiosa que le encantaba contar. En cierta ocasión Clark se dirigía a dar una charla, pero iba con retraso y pensaba que no llegaba. Conducía su coche con una mandíbula disecada de tiburón tigre en el asiento del copiloto. De repente, en un semáforo, las luces cambiaron a rojo y ella tuvo que frenar bruscamente. Fue un acto reflejo el extender el brazo hacia el lado para impedir que la mandíbula se rompiese contra el salpicadero del coche, pero lo que ocurrió fue que esa dentadura de más de tres metros se cerró sobre su antebrazo. Esto hizo que le quedase una cicatriz que ella mostraba como herida de guerra, pero que, en realidad, había sido producida por un tiburón ya muerto y en tierra firme.
Clark realizó su última inmersión en junio de 2014. Falleció a los 92 años en febrero de 2015.
Hay varias especies de peces que llevan su nombre en su honor como por ejemplo: Clalogobius clarki, Sticharium clarkae George y Srpinger y Enneapterygius clarkae Hollernan. A título póstumo el Congreso de los Estados Unidos la honró por su gran labor de estudio y preservación de los océanos. En 2022 el servicio postal de EEUU lanzó un sello en su honor en lo que habría sido su 100 cumpleaños.
La historia de Eugenie Clark nos recuerda que los tiburones no son monstruos de película, sino criaturas fascinantes que forman parte esencial de la vida marina. Gracias a su curiosidad y a su valentía para bucear junto a ellos, se aprendió a mirar a estos animales con respeto en lugar de miedo. Eugenie nos enseñó que, cuando exploramos con mente abierta, los océanos siempre tienen secretos maravillosos que contarnos.
Ana María Gutiérrez Vílchez
Referencias:
