Santa Hildegarda de Bingen. Patrona de la Ciencia
Corría el año 1990 cuando una joven Ana comenzaba su andadura en la universidad, concretamente en la licenciatura de Ciencias…
Corría el año 1990 cuando una joven Ana comenzaba su andadura en la universidad, concretamente en la licenciatura de Ciencias Químicas. Mucha avidez por estudiar, saber y experimentar había entre todos los alumnos que empezábamos. Desde el primer año, todo aquel que estudiaba alguna licenciatura relacionada con ciencias tenía bien claro quién era nuestro patrón puesto que era una obligada celebración en la facultad cada quince de noviembre (en mi facultad siempre se hacían paellas y un clásico de esa jornada era la fiesta de disfraces).
San Alberto Magno es conocido como el patrón de las ciencias, nacido entre 1193 y 1206 en Baviera y fallecido en Colonia en 1280, fue un fraile dominico y también obispo de la iglesia católica que destacó en diversas materias: teología, geografía, astronomía, filosofía, botánica y química. San Alberto es uno de los 37 Doctores de la Iglesia. Este santo es al que todos los años se sigue honrando como patrón hasta la actualidad.
Jamás pasó por mi cabeza, ni me pregunté, si también habría una patrona de la ciencia. Fue el año pasado cuando uno de mis compañeros de trabajo hizo referencia a ella poniendo nombre y apellidos a la Santa que así es considerada. Esto me hizo sentir ignorante y despertó mi curiosidad. Decidí buscar información sobre esa santa para conocer su historia y cuando surgió la idea de crear un blog sobre ciencia y mujeres me dije a mí misma que la primera publicación versaría sobre ella.
La patrona de las ciencias es Santa Hildegarda de Bingen, también conocida como la Sibila del Rin, nacida en Bermenrsheim (Alemania) en 1098. Fue la décima hija de un matrimonio de nobles de dicha ciudad. Como sus padres eran muy creyentes decidieron entregarla a la Iglesia como un diezmo cuando ella tenía ocho años. Entró en el monasterio de San Disibodenberg y allí estuvo bajo la tutela de Jutta Von Sponheim que se encargó de enseñarle latín y teología. Hildegarda enfermaba con frecuencia durante su infancia y aseguraba tener visiones y encuentros místicos. Este tipo de experiencias continuaron durante toda su vida, de hecho ella afirmaba que los escritos de sus conocimientos eran transcripciones de sus visiones, mandato proveniente de Dios por medio de uno de dichos encuentros.
Tras fallecer Jutta en 1136, Hildegarda pasó a ser la nueva abadesa del monasterio femenino. Cuando Hildegarda escribió sus primeros textos, estos pasaron por toda la jerarquía eclesiática y el entonces pontífice Eugenio III ratificó sus visiones como una misión profética. Este hecho aumentó el número de monjas que quisieron ingresar al monasterio lo cual hizo necesaria una ampliación de las dependencias del lugar, pero Hildegarda tuvo una visión en la que se le indicaba trasladarse a otro emplazamiento, el sitio de la tumba de San Rupert. Esta petición le fue denegada por la Iglesia inicialmente, pero gracias a la ayuda del arzobispo de Maguncia consiguió el traslado y así emanciparse de la tutela de un abad. Santa Hildegarda recibió numerosas críticas debido a esta separación. Como en muchos casos en aquellos tiempos el avance de una mujer no estaba para nada bien visto, hubo quien empezó a dudar de que en realidad tuviese visiones divinas y a otros no les parecía bien que una abadesa fuese a administrar los bienes del nuevo cenobio sin control ni supervisión de ningún varón. En fin, creo que no nos sorprende demasiado dada la época.
En el monasterio de Rupertsberg Hildegarda continuó escribiendo y, fue entonces cuando comenzó a realizar composiciones musicales. Poco a poco Hildegarda consiguió convertirse en una persona muy influyente. Tenía contacto con papas, emperadores, hombres de estados y nobles importantes. Se dice que buscaban su consejo porque era considerada una mujer de buen juicio y justa. En un tiempo y una institución dominada por hombres fue la única mujer a la que la iglesia permitió predicar al pueblo en iglesias y abadías. Debido a que la comunidad de monjas del monasterio de Rupersberg también continuó creciendo, en 1165 se hizo necesaria la inauguración de un nuevo convento en Eibingen al cual se trasladaron parte de las monjas.
Ya con ochenta años Santa Hildegarda se encontró frente a su peor conflicto con las autoridades eclesiásticas. En el cementerio de Rupertsberg la abadesa permitió que se enterrara a un noble excomulgado. Dicho noble se había reconciliado con la Iglesia antes de morir, pero el alto clero no conocía este hecho. Alegando esta reconciliación, Hildegarda se negó a exhumar el cadáver del noble. Después de un año de amenazas y prohibiciones el arzobispo, tras oír la versión de varios testigos levantó los castigos. Falleció pocos meses después de esta victoria, el 17 de septiembre de 1179, y fue sepultada en la iglesia del convento de Rupersberg del que fue abadesa hasta su muerte. Sus reliquias permanecieron en dicho convento hasta 1632, y en la actualidad se encuentran en Eibingen.
Haciendo referencia a sus obras dictó (porque no escribía ella, tenía secretarios que eran monjes o monjas) doce libros en total. Las tres obras teológicas de mayor importancia son: Scivias (su primer libro), Liber Vitae Meritorum y Liver Divinorum Operum. Su escrito científico más importante relacionado con la medicina es: Liber subtilitatum diversarum creaturarum (Libro sobre las propiedades naturales de las cosas creadas) que posteriormente se dividió en dos textos: Physica (Historia natural, en él describe el uso medicinal de las plantas, los árboles, las piedras preciosas, los metales y los animales) y Causae et curae (Problemas y remedios). Además de libros escribió numerosas cartas y poemas. Como ya he comentado anteriormente también compuso obras musicales. Se conservan más de 70 piezas en la llamada Symphonia armoniae celestium revelatorium (Sinfonía de la armonía de revelaciones divinas) y también un auto sacramental cantado: Orto virtutum. Se dice que sus composiciones eran arriesgadas y diferentes al resto de su época. También se le atribuye la invención de la Lengua Ignota.
Santa Hildegarda de Bingen permaneció en el olvido por un período significativo después de su muerte, aunque su figura nunca desapareció por completo, especialmente dentro de los círculos religiosos. En términos generales, su reconocimiento se perdió en gran medida hasta el siglo XIX y principios del siglo XX. En ese momento volvieron a despertar interés los estudios de historia medieval y literatura de figuras marginales de la Edad Media, e Hildegarda fue redescubierta. Su faceta como compositora y mística volvió a atraer gran atención y popularidad.
La historia de su canonización es compleja. Después de que varios papas hubiesen hecho referencia a ella como santa, sin serlo oficialmente, fue proclamada como tal por el Papa Benedicto XVI el 10 de mayo de 2012 y el 7 de octubre del mismo año se la proclamó “Doctora de la Iglesia”, título que sólo ostentan 4 mujeres de los 37 cristianos que han recibido dicha mención.
La Sibila del Rin fue, sin lugar a dudas, una mujer muy adelantada a su tiempo, con una mente muy privilegiada y que creció en un entorno propicio para la adquisición de conocimiento. Se la puede considerar naturalista, científica, filósofa, teóloga, poeta y compositora. Se dice que intuyó la circulación de la sangre mucho antes de que se pudiese comprobar y que realizó la descripción más detallada de un orgasmo femenino que se había hecho hasta la fecha. En Causae et Curae, aparecen menciones sobre la reproducción humana, el ciclo menstrual y los roles de hombres y mujeres en la procreación. Describió el acto sexual y las sensaciones que se experimentaban durante este, no científicamente, sino enfocándolo de forma simbólica y teológica. Reconoció el placer que ambos cónyuges sentían en dicho acto y lo definió como un regalo de Dios para así favorecer la concepción.
Algunos datos que muestran la importancia de las contribuciones de Santa Hildegarda son los siguientes: El asteroide (898) Hildegard fue descubierto el 3 de agosto de 1918 por el astrónomo alemán Max Wolf y en reconocimiento a su legado, existe un cráter en la cara oculta de la Luna que lleva su nombre.
A partir de ahora también celebraré con ciencia el día de la patrona, Santa Hildegarda, el 17 de septiembre.
Ana Mª Gutiérrez Vílchez
Referencias:
1.- «Santa Hildegarda de Bingen. Mística y visionaria alemana del siglo XII. Doctora de la Iglesia» Muncharaz Rosi, A. Editorial Palabra, 2019.
2.- «Hildegard von Bingen (1098-1179), mística, ciencia y medicina en la Edad Media» Barona, J. L.(2006), disponible en: https://metode.es/revistas-metode/secciones/historias-cientificos/hildegard-von-bingen-1098-1179-mistica-ciencia-y-medicina-en-la-edad-media.html
3.- https://mujeresconciencia.com/
5.- «Vision- from the life of Hildegard Von Bingen». Película sobre su vida.