María la judía, mujer y alquimista

La alquimia es una palabra procedente del árabe al-khimiya (الكيمياء), que a su vez proviene del griego chēmeía (χημεία) y hace referencia al arte egipcio de la transformación de metales. ¿Pero qué era en realidad la alquimia? Era una disciplina filosófica y protocientífica que combinaba elementos de química, física, medicina, astrología, arte, misticismo y espiritualidad. La alquimia se practicó por todo el mundo, desde Mesopotamia, Antiguo Egipto, Antigua Grecia, Imperio romano e islámico, India, China y después en toda Europa hasta el siglo XVIII. Fue una disciplina que persistió durante unos 2500 años.

Los alquimistas buscaban comprender los misterios de la naturaleza y el universo, pero son conocidos por tratar de conseguir tres objetivos fundamentales:

– La transmutación de los metales: Pretendían convertir los metales comunes en metales preciosos, sobre todo en oro.

– La Piedra Filosofal: Querían conseguir una sustancia que fuese capaz de transformar los metales y otorgar la inmortalidad.

– El elixir de la vida: Una poción o brebaje que otorgase juventud y vida eternas.

Ha habido numerosos alquimistas conocidos a lo largo de toda la historia, desde Hermes Trismegisto, pasando por San Alberto Magno hasta el mismo Isaac Newton. Entre los más antiguos hay que destacar la figura de una mujer conocida como María la Hebrea, María la Judía o María la Profetisa, quien merece ser considerada la fundadora de la alquimia occidental.

La identidad de María no ha quedado del todo clara a lo largo del tiempo, hay quien la asocia a María Magdalena y algunos alquimistas del pasado pensaban que era Miriam, la hermana de Moisés, pero no hay pruebas que refrenden ninguna de estas dos afirmaciones. La información más detallada y más fiable sobre María la Judía se encuentra en los escritos de Zósimo de Panópolis, alquimista de Alejandría que en el siglo IV d. C. recopiló las enseñanzas de muchos alquimistas anteriores a él. Zósimo escribió el tratado de alquimia más antiguo que se conoce en Europa, fragmentos del cual se conservan en la Biblioteca Nacional de París. En todo momento se refería a María como la primera de los autores antiguos, por lo que se piensa que ella vivió al menos dos generaciones antes que él, o sea en el siglo II o III d. C., probablemente en Alejandría.

Ninguno de los trabajos que María escribió se ha conservado porque se quemaron en el segundo incendio de la Biblioteca de Alejandría (273 d. de C.). Es gracias a Zósimo que conocemos lo que ella hizo y enseñó. Atendiendo a lo que él contaba sobre ella, no sólo se la percibe como una practicante muy experta en alquimia, si no como bastante erudita en las tradiciones y conocimientos en este arte.

María construyó y describió varios dispositivos alquímicos muy importantes que han llegado a nuestros días:

El primero de los inventos del que vamos a hablar es el kerotakis, el nombre proviene del nombre de la paleta donde los antiguos pintores griegos mezclaban los cuatro pigmentos básicos (amarillo, rojo, blanco y negro) con cera. Los alquimistas usaban el kerotakis para ablandar los metales y mezclarlos con diferentes colorantes, uno de los principales procedimientos cuando intentaban transformar los metales base en plata u oro. Este sistema también se utilizaba para extraer la esencia de diferentes flores. Era un aparato de reflujo que, tras la modificación del alemán Franz von Soxhlet en 1879, se convirtió en el llamado extractor Soxhlet utilizado en nuestros días.

Otro dispositivo descrito por primera vez por María, por lo que se le atribuye su invención, es el tribikos, éste se utilizaba para purificar mezclas líquidas mediante destilación. El aparato consistía en un matraz de cobre con tres tubos orientados hacia abajo, y en el extremo de cada tubo se colocaba un matraz donde se recogían los diferentes componentes de la mezcla líquida cuando condensaban. Éste sería el precursor del alambique utilizado para la producción de diferentes bebidas alcohólicas fuertes.

Pero el aparato de alquimia más famoso inventado, o usado y descrito por María es el baño maría, o baño de agua. En aquel momento consistía en un doble recipiente donde se llenaba de agua el recipiente más externo y el interno contenía la sustancia que se calentaba. Esto permitía calentar sustancias de manera lenta siempre a temperaturas por debajo de la de ebullición del agua. Esto se utiliza todavía en los laboratorios químicos y, por supuesto, en la cocina para muchísimas recetas como por ejemplo para fundir chocolate cuando preparamos pasteles.

Baño maría

Mucho tiempo después, en el comienzo del siglo XVII, Michael Maier, figura importante en el arte de la alquimia, escribió el tratado “Symbola Aureae Mensae Duodecim Nationum”. Dentro de éste hay una sección titulada Mariae Hebraeae Symbolum, aquí Maier explica que María fue una de las cuatro mujeres que sabía cómo preparar la piedra filosofal, las otras tres eran Cleopatra, Taphundia y Medera. Es de este libro de donde procede el grabado de María que aparece en la cabecera de este texto. Esta representación ha sido utilizada muchas veces en diferentes libros a lo largo de los años. Daniel Stolcious un discípulo de Maier realizó en su “Viridarium Chymicum” una colección de 107 grabados de cobre cada uno de ellos con un epigrama en latín. Entre ellos se encuentran reproducciones de los “Doce héroes elegidos” del Symbola de Michael Maier. La única mujer en ese grupo de doce es María la Hebrea.

María pensaba que todas las sustancias de la naturaleza se componían de una sola materia fundamental. También pensaba que los metales se dividían en masculinos y femeninos como las personas. Para la creación de la piedra filosofal ella escribe: “Une el principio masculino con el femenino, y obtendrás aquello que buscas”. Otra de sus frases más conocidas es: “Dos es uno, tres y cuatro también son uno. Pero uno se convertirá en dos, y dos se convertirá en tres”. Esto, que parece más bien un jeroglífico o una de las pistas de una sala de escape, se pensaba que era una fórmula secreta alquímica que daba la proporción de la unión de distintos elementos para obtener la piedra filosofal. A pesar de que muchos alquimistas medievales estudiaron e hicieron referencia a esta cita, ninguno fue capaz de descifrar su significado.

No sabemos si, como afirmaba Maier, María encontró la piedra filosofal, pero lo que es indudable es que todo el trabajo realizado mientras lo intentaba, la llevó a transmitir a través de los siglos principios y dispositivos que todavía hoy utilizamos en nuestros laboratorios, empresas y en la vida cotidiana.

P.D. Para aquellos a los que les corroa la curiosidad, y sabiendo que las ciencias han avanzado una barbaridad desde los tiempos de María y de la alquimia en general, he de deciros que sí que hubo quien, alrededor de 1980, consiguió transmutar el plomo en oro, Glenn T. Seaborg (Premio Nóbel de Química en 1951). No fue con la piedra filosofal, si no con un acelerador de partículas bombardeando átomos de plomo con protones y neutrones.

Ana María Gutiérrez Vílchez

Referencias

  1. https://www.britannica.com/topic/alchemy/Modern-alchemy
  2. https://es.wikipedia.org/wiki/Mar%C3%ADa_la_Jud%C3%ADa
  3. https://www.bbc.com/mundo/noticias-50764230
  4. https://jewish.ru/ru/people/science/188100/
  5. Patai, R. “Maria de Jewess – Founding mother of alchemy”. Ambix 29, 1982, pp. 177-197.
  6. http://www.heurema.com/POFQ-Marialajudia.htm
  7. Grabado de María en “Symbola Aureae Mensae Duodecim Nationum” Libro 2, pp. 56-57.

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